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  • Omar Michael

La chocante realidad de Charles Bukowski

… “tengo dos opciones, permanecer en la oficina de correos y volverme loco… o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre”


Transgredir los paradigmas sociales nunca fue tan fácil, al menos para Bukowski. Pero no toda el agua es cristalina y detrás ese desenfreno e irreverencia se esconde un tormentoso pasado…



LA CHOCANTE VIDA DE CHARLES BUKOWSKI



Fue después de sufrir un colapso debido a una úlcera sangrante que comenzó a escribir poesía. Paradójicamente, una enfermedad nos regalaría la prosa más profana de los años 50, porque aceptar tu cuerpo enfermo, requiere una catarsis gigante, la cual se puede conseguir mediante la libre poesía.


El joven Bukowski creció en un barrio pobre, y durante la gran depresión económica iniciada en 1929 hubo de soportar la miseria y los castigos de su padre. Esos años en que cada maldito segundo se queda grabado en tu subconsciente, absorbemos los traumas como si de una esponja se tratase, dichas vivencias marcarían al joven Buk de por vida.

Trabajó en varios oficios, desde lavaplatos hasta aparcacoches, además no llegó a graduarse de la universidad y llevó una vida dispersa, entregada al alcohol y a un vagabundeo sin rumbo. Es curioso pero he escuchado acerca de actos subversivos, políticamente incorrectos, moralmente transgresores, y he ahondado en el tema y al igual que a Buk creo que son una gran pérdida de tiempo, así asimilaba Bukowski la vida, pero sus actos subversivos eran en contra de la propia vida, de la misma sociedad que lo marginó. Así el concepto de empleo se vió distorsionado en su realidad. Nunca tuvo apoyo financiero de ningún tipo, aún así siempre supo cómo conseguir un buen trago. Se entregó fielmente a la bebida, situación controversial, pero indudablemente mediante el alcohol, le dio un golpe en los dientes a las mentes moralinas.


Tuvo una infancia y una adolescencia horrendas en su casa. Su padre era un hombre irracionalmente estricto y, eventualmente, un ser profundamente resentido y violento. Su madre era callada y servicial; no ayudó para nada a controlar la tiranía del padre.

Determinante siempre serán las imágenes familiares en el desarrollo emocional, así es como las ineficiencias fraternales fueron royendo la piel de Bukowski, hasta el punto de dejarlo mancillado y con todos sus sentimientos expuestos.


En el pasaje de la niñez a la adolescencia, dos cosas convirtieron la vida de Bukowski en una tortura. Por un lado, desarrolló un acné tan extremo que los médicos del hospital público donde fue tratado dijeron que nunca habían visto un caso igual. Por otro, su padre comenzó a golpearlo sistemáticamente con un cinturón de cuero.

El ambiente del barrio era violento y hostil, tanto entre los adultos como entre los niños. Bukowski, por su predisposición a la soledad y por la horrenda condición de su piel, fue condenado al aislamiento social, decisión tomada no en plena conciencia sino en profunda desesperación, en la pesada losa social no hay cabida para las mentes extraordinarias y fuera de lo común, así es como los genios se ocultan en cuevas emocionales.




“La tortura es la mejor medicina”... Los médicos tuvieron que agujerear los forúnculos llenos de pus que le tapaban la cara, el pecho y la espalda.


Sobre el hospital Bukowski escribió: “Experimentaban con los pobres y, si funcionaba, lo usaban para los ricos. Y si no, siempre había más pobres.”


Comenzó a escribir en unos cuadernos del colegio, inventando cuentos sobre un aviador alemán, de la Primera Guerra Mundial. Estos cuadernos juveniles no existen porque el padre de Bukowski los tiró a la basura en un ataque de ira, indignado de que su hijo perdiera tiempo en semejantes estupideces.


Caso curioso era el viejo Bukowski... Subsistía con una barra de chocolate por día, pues nunca desarrolló gran apego al dinero ni a los bienes materiales. En cambio sí que se apegó a la prosa, porque la falta de motivación social hicieron que se refugiara en las palabras, ellas eran cosas que podían hacer vibrar su mente, las leía y le permitían sentir su magia, podía vivir sin dolor, con esperanza, sin importar qué tan jodido se encontrara.”


Una vez coincidió con Allen Ginsberg en un recital poético y le dijo: “Todo el mundo sabe que después de ‘Aullido’ no has escrito nada que valga una mierda”.


Cuando le diagnosticaron leucemia y supo que ya le quedaba poco tiempo de vida, se refugió en el budismo, para conseguir sobrellevar la enfermedad. De ahí que al fallecer su ataúd fuese llevado por tres monjes de dicha doctrina filosófica.


Siempre, hasta el final, fue un hombre fiel a sí mismo, que desechó todos los valores y normas sociales, no se permitió ser ordinario y explotó su talento a tal punto de llevarlo a la tumba. Todos podríamos ofrecer un brindis en honor al viejo Buk y su chocante vida, yo le diría… “Toma tu tesoro que es tu verdugo a la vez”…


Por. Omar Michel

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