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  • Omar Michael

Datos random sobre Arthur Rimbaud

Recuerdo mi primer acercamiento a la obra Rimbaud, fue con el poema “Mala sangre” me hizo recordar mi descendencia mestiza, mezcla de indígena y español, me pareció haber encontrado a un maldito genio que hablaba con toda sinceridad, y me decía a mismo…”era demasiado joven”


Su padre lo abandonó cuando tenía 6 años, y pareciera que todo fue precoz en la vida de Arthur. Se interesó por el ocultismo, básicamente al conocer la obra de Baudelaire y sobre este tema escribió “El Poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos.” y sí que logro ser un vidente, como aquella vez en la que Verlaine lo invitó a un círculo literario y él no paraba de decir merde cada vez que alguien más recitaba algo, y es que en gran medida Rimbaud tenía razón, pues esa poesía cuadrada no se asemejaba en nada a un largo desarreglo de los sentidos.




En una ocasión escuche declarar a alguien que la gente de antes tenía más juicio y había más moral y valores, si eso es verdad entonces creo que nunca leyó a Rimbaud, tal vez Arthur era un adelantado a su época , quizás la moral solo sirve para encerrar al ser humano en un cascarón de apariencias, sea cual sea la verdad, lo que es innegable es que Rimbaud fue “absolutamente moderno”.


Cuando el joven poeta viajó por Europa junto a Verlaine ya inmersos en una relación tormentosa de amor y odio, Rimbaud comenzó a escribir la obra de culto “Una temporada en el infierno” pero decirlo así es un tanto random, pues creo que esa temporada en el infierno también la vivió Verlaine, ya que es en ese periodo en el que anunció su suicidio y cegado en cólera infernal le mete dos balazos a Rimbaud, pero es en la estación de tren cuando termina todo, Paul volvió a atacar a Rimbaud, y es así como concluye su temporada en el infierno. Es difícil imaginar lo que ellos vivieron, pero lo que nos dejaron es un buen recuento de poemas que nos adentran en sus infiernos y despiertan los propios.


Es curioso que en vida solo publicase un libro y que dicho libro haya sido despreciado por la crítica literaria, es por esta decepción que Arthur decide revolucionar su vida y alejarse del infierno mundano para embarcarse en viajes un tanto sui generis. Cruzó los alpes a pie y fue capataz en Chipre, se enlistó y desertó de la armada holandesa, comercializo café en Etiopía siendo el primer hombre blanco en viajar a Ogaadeen (región somalí de Etiopía) donde también fue traficante de armas.


La obra de Rimbaud se basa en el desdoblamiento de la razón, su discurso se centra un poco en la negación interna, la auto contradicción permanente. Su obra entera es de ida y vuelta, es como aquel sujeto que es un genio pero obtiene puras malas calificaciones, no por autosabotaje si no por ausencia, porque hasta en su muerte fue transgresor.


“Debo enterrar mi imaginación”, proclama el poeta, “me veo devuelto al suelo, obligado a buscar un deber y abrazar la realidad”. Porque ese deterioro de la realidad probablemente responda a algún trastorno del que nunca sabremos, lo que es seguro es que Rimbaud creó su propio mundo a muy temprana edad, mismo mundo que transformó en el más desdichado de los infiernos. Aunque sé que nunca buscó vanagloriarse, sería bueno que supiera que se convirtió en un referente y hoy en día hay un buen grupo de seres humanos que sí entienden y abrazan sus delirios.


“Hay que ser absolutamente moderno”. La modernidad de la que hablaba Rimbaud, con más seriedad que ironía, se refiere a la productividad, la riqueza y la ciencia. Artista minucioso que empezó ofreciendo tesoros y milagros que nadie le compró.




Toda la magia que podía conjurar el alquimista del verbo se vio opacada por una vida particular y única pero el legado que dejó si bien es breve no deja de ser consistente e iluminador. Porque hasta en su muerte fue precoz.


Hoy sabemos que Rimbaud jamás comerció con esclavos en África, sino con diversos productos, entre ellos armas e instrumentos de precisión. Allí siguió dedicándose a negociar con lo inexplorado, es imposible leerlo sin sentir que el genio de Rimbaud llegó demasiado temprano incluso para sí mismo.


“Carga el barco ebrio con licor de ajenjo y opio, pues el camino que te saca de este infierno es arduo y tortuoso, pero sabes bien que después de esta representación grotesca vienen las iluminaciones”.

Espero que te haya gustado el artículo. Te invito a suscribirte al blog.


Por: Omar Michel


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