Los 10 mejores versos de Los Poetas Malditos (I parte)
- Anahí C. Rozas
- 2 feb 2018
- 6 Min. de lectura
Los Poetas Malditos, grupo literario caracterizado por no formarse en escuela. Los más destacaron fueron Paul Verlaine, Charles Baudelaire, Marceline Desbordes Valmore, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, El Conde de Lautréamont, Edgar Allan Poe, entre otros.
Los poetas malditos retrataban en sus letras la inconformidad para con una sociedad conservadora y mojigata, además criticaban la hipocresía y la idealización del concepto de la felicidad.
Abrumados por el tedio, la monótona cotidianidad y el vacío existencial, sumieron sus vidas en el alcohol, las drogas, costumbres mundanas, y muchas veces en el libertinaje.
Pero no podemos negar que del dolor nacieron los más bellos poemas. Rompedores de esquemas y de las formas del lenguaje escupieron una poesía descarnada, sincera y sin tapujos.
Hoy les rendimos homenaje recordando sus más bellos y malditos versos.
Los 10 mejores versos de Los Poetas Malditos
1. Pájaro Azul, Charles Bukowski

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea. hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos, y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos nunca se dan cuenta de que está ahí dentro. hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo,
¿es que quieres montarme un lío?
¿es que quieres mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
Luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre,
pero yo no lloro, ¿lloras tú?
2. Separados, Marceline Desbordes

No me escribas. Estoy triste, desearía morirme.
Los veranos sin ti son como noche sombría.
He cerrado los brazos, que abrazarte no pueden,
invocar mi corazón, es invocar la tumba.
¡No me escribas!
No me escribas. Aprendamos únicamente a morir en nosotros.
Pregunta sólo a Dios…, sólo a ti mismo, ¡cómo te amaba!
Desde tu profunda ausencia, escuchar que me amas
es como oír el cielo sin poder alcanzarlo.
¡No me escribas!
No me escribas. Te temo y temo mis recuerdos;
han guardado tu voz, que me llama a menudo.
No muestres agua viva a quien beberla no puede.
Una caligrafía amada es un retrato vivo.
¡No me escribas!
No me escribas dulces mensajes: no me atrevo a leerlos:
parece que tu voz, en mi corazón, los vierte;
los veo brillar a través de tu sonrisa;
como si un beso, en mi corazón, los estampara.
¡No me escribas!
3. Solo, Edgar Allan Poe

Desde el tiempo de mi niñez, no he sido como otros eran, no he visto como otros veían, no pude sacar mis pasiones desde una común primavera. De la misma fuente no he tomado mi pena; no se despertaría mi corazón a la alegría con el mismo tono; y todo lo que quise, lo quise solo. Entonces -en mi niñez- en el amanecer de una muy tempestuosa vida, se sacó desde cada profundidad de lo bueno y lo malo el misterio que todavía me ata: desde el torrente o la fuente, desde el rojo peñasco de la montaña, desde el sol que alrededor de mí giraba en su otoño teñido de oro, desde el rayo en el cielo que pasaba junto a mí volando, desde el trueno y la tormenta, y la nube que tomó la forma (cuando el resto del cielo era azul) de un demonio ante mi vista.
4. Annabel Lee, Edgar Allan Poe

Fue hace ya muchos, muchos años, en un reino junto al mar, habitaba una doncella a quien tal vez conozcan por el nombre de Annabel Lee; y esta dama vivía sin otro deseo que el de amarme, y de ser amada por mí. Yo era un niño, y ella una niña en aquel reino junto al mar; Nos amamos con una pasión más grande que el amor, Yo y mi Annabel Lee; con tal ternura, que los alados serafines lloraban rencor desde las alturas. Y por esta razón, hace mucho, mucho tiempo, en aquel reino junto al mar, un viento sopló de una nube, helando a mi hermosa Annabel Lee; sombríos ancestros llegaron de pronto, y la arrastraron muy lejos de mi, hasta encerrarla en un oscuro sepulcro, en aquel reino junto al mar. Los ángeles, a medias felices en el Cielo, nos envidiaron, a Ella a mí. Sí, esa fue la razón (como los hombres saben, en aquel reino junto al mar), de que el viento soplase desde las nocturnas nubes, helando y matando a mi Annabel Lee. Pero nuestro amor era más fuerte, más intenso que el de todos nuestros ancestros, más grande que el de todos los sabios. Y ningún ángel en su bóveda celeste, ningún demonio debajo del océano, podrá jamás separar mi alma de mi hermosa Annabel Lee.
Pues la luna nunca brilla sin traerme el sueño
de mi bella compañera. Y las estrellas nunca se elevan sin evocar sus radiantes ojos.
Aún hoy, cuando en la noche danza la marea, me acuesto junto a mi querida, a mi amada; a mi vida y mi adorada, en su sepulcro junto a las olas, en su tumba junto al rugiente mar.
5. Sensación, Arthur Rimbaud

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.
Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica,
por los campos, tan lejos como el gitano vaga.
6. El albatros, por Charles Baudelaire

A menudo, para divertirse, los hombres de la tripulación
Cazan albatros, vastos pájaros de los mares,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío que se desliza sobre los abismos amargos.
Apenas ellos se depositan sobre las tablas,
Estos reyes del azul, torpes y vergonzosos,
Lastimosamente abaten sus grandes alas blancas
Como de los remos arrastran al costado de ellos.
¡Este viajero alado, como ellos esta torcido y endeble!
¡Hace poco tan hermoso, que él está ahora cómico y feo!
¡Con una pipa uno el pico le ha quemado.
El otro imita, en renquear, al enfermizo que volaba!
El poeta está semejante al príncipe de las nubes
Que frecuenta la tempestad y se ríe entre el arco;
Desterrado en el suelo en medio de los gritos,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
7. A una mujer, Paul Verlaine

A usted, estos versos, por la consoladora gracia de sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño; a su alma pura y buena, a usted estos versos desde el fondo de mi violenta miseria. Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita no me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa, multiplicándose como un cortejo de lobos y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta. Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo que el primer gemido del hombre arrojado del Edén es una égloga al lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener son como las golondrinas que un cielo al mediodía, querida, en un bello día de septiembre tibio.
8. Pobre Muchacho, Tristán Corbière

El, que altivo silbaba su tonada en falsete, Se humillaba ante mí: lo veía buscar… No encontrar…, me gustaba percibir la torpeza De este héroe que no supo descubrir que me amaba.
Sobre su corazón tempestuoso alcé Cabrillas. Él miraba… ¿Eso lo consumía? ¡Qué instrumento tan reacio a dejarse pulsar, Un poeta!… Y pulsé. Yo pulsé y me gustaba.
¿Ha muerto?… Era un muchacho, por lo demás curioso. ¿Tomó excesivamente en serio su papel? Sin decírmelo… al menos. –Porque ha muerto, ¿de qué?…
¿Acaso se dejó vaciar de poesía?… ¿Moriría de tisis, de beber o de chic?
O quizás, finalmente: de nada… O bien de Mí
9. A veces, Alejandra Pizarnik

A veces también se me acaban las sonrisas para ti, a veces también se me acaban las ganas de escribirte. Pero te amo, ojala lo entiendas, siempre te amo, pero a veces mis abrazos no tienen calor y mi boca no sabe que decir… Pero te amo, siempre te amo, cuando no te convengo, cuando no me soportas, cuando te odio, te amo.
10. El deleite del bosque sin senderos, Lord Byron

El deleite del bosque sin senderos, hay éxtasis en la costa solitaria, hay compañía, allí donde nadie se hace presente, y al lado del mar profundo hay música en su rugido: no amo menos al hombre sino mas a la naturaleza a partir de nuestros encuentros, a los que asisto sigiloso a partir de todo lo que puedo ser, o haber sido antes, hoy puedo fundirme en el Universo y sentir lo que no puedo expresar , aunque me sea imposible ocultarlo.
The End ....
Y hasta aquí hemos llegado, ¿les ha gustado esta selección?. El orden de los factores no altera el producto, la enumeración solo se ha basado en un sistema de orden, no de preponderancia. Creemos que hay muchísimos más poemas y versos grandiosos para compartir con ustedes, por eso recopilaremos otros más para una segundo artículo.
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Por: Anahí C. Rozas
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